Mía eres. Pero otro
es aparentemente tu dueño. Por eso,
cuando digo tu nombre
algo oculto se agita en mi alma.
Tu nombre suave, apenas pasado delicadamente por mi labio.
Pasa, se detiene, en el borde un instante se queda
y luego vuela ligero, ¿quién lo creyera?, hecho puro sonido.
Me duele tu nombre como tu misma dolorosa carne en mis labios.
No sé si él emerge de mi pecho. Allí estaba
dormido, celeste, acaso luminoso. Recorría mi sangre
su sabido dominio, pero llegaba un instante
en que pasada por la secreta yema donde tú residías,
secreto nombre, nunca sabido, por nadie aprendido,
doradamente quieto, cubierto sólo, sin ruido, por mi leve sangre.
Ella luego te traía a mis labios. Mi sangre pasaba
con su luz todavía por mi boca. Y yo entonces estaba hablando con alguien,
y arribaba el momento en que tu nombre con mi sangre pasaba por mi labio.
Un instante mi labio por virtud de su sangre sabía
a ti, y se ponía dorado, luminoso: brillaba de tu sabor sin que nadie lo viera.
Oh, cuán dulce era callar entonces, un momento. Tu nombre,
¿decirlo?, ¿Dejarlo que brillara, secreto, revelado a los otros?
Oh, callarlo, más secretamente que nunca, tenerlo en la boca, sentirlo
continuo, dulce, lento, sensible sobre la lengua, y luego cerrando los ojos,
dejarlo pasar al pecho
de nuevo, en su paz querida, en la visita callada
que se alberga, se aposenta y delicadamente se efunde.
Hoy tu nombre está aquí. No decirlo, no decirlo jamás, como un beso
que nadie daría, como nadie daría los labios a otro amor sino al suyo.
domingo, febrero 26, 2006
Melancolía
Anoche, cuando salimos de Majadahonda con unas copas en el cuerpo, y algo de tristeza de sábado de madrugada, nos encontramos con la mayor nevada que yo había visto nunca. Nos costó salir del equinoccio, nos costó llegar al coche, quitarle la nieve, y hacer el camino a casa despacio, muy despacio, y mandándonos mensajes los unos a los otros para ver si habíamos llegado bien. Esta mañana, consecuentemente, todo estaba nevado. Hace frío, la nieve del techo de la casa se descuelga, deshecha, por el espacio que no ocupan los inexistentes canalones. Caen unos copos finos, volátiles. Miro por la ventana, veo a los gorriones posarse, inquietos, alegres y fugaces, en las ramas de las arizónicas, cargadas de nieve aún. Estoy trabajando con Vicente Aleixandre, con Dámaso Alonso, con los del 27, en general. Leo cosas como:
"Por todas partes veo cuerpos desnudos, fieles
al cansancio del mundo. Carne fugaz que acaso
nació para ser chispa de luz, para abrasarse
de amor y ser la nada sin memoria, la hermosa
redondez de la luz.
Y que aquí está, aquí está, marchitamente eterna,
sucesiva, constante, siempre, siempre cansada"
¡Cómo no estar melancólica! Se me mete la melancolía por las fosas nasales, me llega hasta los pulmones, allí se convierte en parte integrante de mi sangre, mi corazón la bombea, la envía a todo mi cuerpo, me inunda, me ahoga.
Busco alguna web que me hable de La vida secreta de las palabras. Encuentro un artículo de Isabel Coixet sobre Tim Robbins, cómo le eligió para el papel, cómo se entrevistó con él, cómo él accedió, cómo ensayaba con Sarah Polley y la química entre ellos inundó la habitación, cómo se enfrentó a una guinness en una de las escenas, él sólo, su cerveza, una pastilla de jabón de almendras, y la cristalización del amor. Este concepto me lleva a encontrar otra web que explica qué es la cristalización del amor, una teoría establecida por Stendhal en el siglo XIX (http://www.launion.com.ar/250120/250120col00ambrosini.htm), y allí, una canción, Dime que no, de un cantautor guatemalteco-mexicano al que escuchaba fervientemente hace 10 años: Ricardo Arjona, que llegó a mis oidos por un amor de ultramar, y que hoy llega de nuevo, por culpa de la Coixet, de Stendhal, de Vicente Aleixandre, de la nieve y el frío.
"Por todas partes veo cuerpos desnudos, fieles
al cansancio del mundo. Carne fugaz que acaso
nació para ser chispa de luz, para abrasarse
de amor y ser la nada sin memoria, la hermosa
redondez de la luz.
Y que aquí está, aquí está, marchitamente eterna,
sucesiva, constante, siempre, siempre cansada"
¡Cómo no estar melancólica! Se me mete la melancolía por las fosas nasales, me llega hasta los pulmones, allí se convierte en parte integrante de mi sangre, mi corazón la bombea, la envía a todo mi cuerpo, me inunda, me ahoga.
Busco alguna web que me hable de La vida secreta de las palabras. Encuentro un artículo de Isabel Coixet sobre Tim Robbins, cómo le eligió para el papel, cómo se entrevistó con él, cómo él accedió, cómo ensayaba con Sarah Polley y la química entre ellos inundó la habitación, cómo se enfrentó a una guinness en una de las escenas, él sólo, su cerveza, una pastilla de jabón de almendras, y la cristalización del amor. Este concepto me lleva a encontrar otra web que explica qué es la cristalización del amor, una teoría establecida por Stendhal en el siglo XIX (http://www.launion.com.ar/250120/250120col00ambrosini.htm), y allí, una canción, Dime que no, de un cantautor guatemalteco-mexicano al que escuchaba fervientemente hace 10 años: Ricardo Arjona, que llegó a mis oidos por un amor de ultramar, y que hoy llega de nuevo, por culpa de la Coixet, de Stendhal, de Vicente Aleixandre, de la nieve y el frío.
lunes, febrero 20, 2006
Ahí estáis bien
Claro, en cuanto dejé el ordenador, y me senté en el sofá supe que, aunque uno no ponga lo que siente, el mero hecho de poner que algo te quema dentro, ya era manifestarse. Gracias, chicas, por preocuparos. Al menos, sé que os tengo ahí, para lo que haga falta. Ahora no puedo hablar, pero sé que si tengo que hacerlo, puedo llamaros y llorar en vuestro hombro. Os quiero. qué mas puedo decir.... Sí, qué hay días peores que otros
domingo, febrero 19, 2006
¿Para qué sirve un blog?
Llevo casi dos años escribiendo en internet, y la verdad es que hoy, por ejemplo, que quisiera poder gritar a los cuatro vientos algo que tengo dentro de mi alma, no creo que este sea el mejor lugar para hacerlo, porque ¿quién lee esto? aquel que llega aquí por casualidad, a quien, consecuentemente, no le importa un pito mi vida, o aquel que me conoce, sabe de mis señas elementales, y claro, hay cosas que no se pueden saber, pero que, cuando las tienes dentro te queman, te van agujereando el interior como una termita concienzuda y silenciosa. Entonces, si ya no puedo decir aquí lo que pienso, lo que siento, ¿para qué sirve el blog? ¿cómo me saco esta brasa de mi interior?
miércoles, febrero 01, 2006
A la deriva
Es una metáfora algo manida, pero me viene muy bien. Ando algo perdida. Estoy haciendo dos cursos, uno a distancia, otro presencial, cada vez que pongo un examen a los mayores me paso tres horas de reloj para corregirlos, lo hacen fatal, me cabreo con ellos, ellos conmigo. Los malotes no quieren callarse, quieren perder tiempo, hacer juegos malabares, reirse de mi, de sus compañeros, no se leen los libros, no contestan a mis preguntas, son objetores escolares, y lo peor es que no puedo hacer nada contra ellos porque los jerifaltes no quieren saber nada de nada de lo que pase en el centro, soluciona tus problemas, no te haces con la clase,.... No sé si os conté que me rallaron el coche, me han llamado cotilla, me han dicho que juego con fuego, en fin..... Pero he de arreglarmelas sola. De tanto bregar de clase en clase, llego a la sala de profesores amargada, me quejo, me quejo, protesto, gruño, y eso no contribuye nada más que a alejar a mis compañeros, porque ¿a quién le gusta el enanito gruñón de Blancanieves?. Las oposiciones se acercan, pero, como tengo que corregir exámenes, corregir comentarios de texto, preparme las clases, asistir al curso, ver pelis para el curso de cine.... no puedo estudiar, y es otra nube en el horizonte. Cuando uno empieza a perder el equilibrio, los puntos de referencia, empieza a perderlo todo, y así me siento, a la deriva, perdida en medio de un mar oscuro, tormentos, en una barquichuela con unos remos, nada más.
Menos mal que, a veces, aparecen luces en el horizonte, se percibe el resplandor del faro, se oye la voz de una sirena bondadosa, divertida, auténtica, que te da buenos consejos: ven, por aquí, rema así, no escuches las voces de las malas sirenas de las rocas peligrosas, abróchate bien el chaleco salvavidad y rema sin cesar.....
Creo que no podría vivir sin mi sirena....
Menos mal que, a veces, aparecen luces en el horizonte, se percibe el resplandor del faro, se oye la voz de una sirena bondadosa, divertida, auténtica, que te da buenos consejos: ven, por aquí, rema así, no escuches las voces de las malas sirenas de las rocas peligrosas, abróchate bien el chaleco salvavidad y rema sin cesar.....
Creo que no podría vivir sin mi sirena....
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