Utopía, Utopía (sic. Bisbal)

Hoy me he tumbado un ratito en el sofá a las cinco, y me he despertado a las ocho. Dios mío, tres horas de siesta, qué barbaridad. Creo que eso indica claramente que estoy algo cansada. Madrugo demasiado, me hago todos los días 120 kilómetros entre casa y el insti, ida y vuelta. Luego, las cuatro o cinco horas que estoy allí, estoy de pie, y para unos pies acostumbrados durante más de seis años a estar todo el día sentados, estar de pie toda la mañana es agotador. Al principio tenía agujetas en la planta de los pies. Esta semana ha sido algo ajetreada. Martes y Jueves, el curso de técnicas narrativas, que no sé si he comentado ya que me tiene loca de contenta, y el miércoles y el jueves, evaluación Cero. Así que no he tenido una tarde libre hasta hoy, viernes, y encima voy y la echo durmiendo. No sé, eso no me hace sentir muy bien.
La evaluación cero es algo así como el Tómbola del instituto. Nos juntamos todos los profes de cada clase y vamos dándole el repasito a cada alumno: fulanito, es listo, pero vago, menganito, no da ni una, es que su padre está en la cárcel, o es que su madre no le hace ni caso. Y así con todos. Pues a este hay que decirle que se quite la gorra en clase, pues a este otro hay que decirle que llame a la puerta cuando llegue tarde. En fin, todas esas cosas. A veces, me da la sensación de que algunos profesores ya deberían renunciar a la docencia. Están cansados, ajenos al principal objetivo de su trabajo, que yo creo que es conseguir que los alumnos sean mejor gente, más culta desde todos los puntos de vista, no sólo desde el académico. Algunos profes solo quieren que se cumplan normas y más normas: no gorras, no chicles, no llegar tarde, no escupas al profesor, no insultes a tu compañero, sientáte derecho, no tengas faltas de ortografía, no, no, no. Como decía Sol el otro día: ellos (los alumnos) pierden ya la capacidad de discernir si es igual de malo llevar gorra que escupir al profesor.
También puede ser que yo siga siendo la utópica de toda la vida. Desde pequeña, utopía utopía iba yo cantando por todas partes, la paz en el mundo, el reparto de la riqueza, la convivencia entre culturas, el respeto a la diferencia, no a la guerra, no nos falles, zp, haz el amor y no la guerra, quiero ser filóloga, que bonito es el amor, que bonita la literatura. Y el resto del mundo, NO, NO, NO.
En fin, seguiré viajando hacia Ítaca, (;-p, raquelón) para que alguien pueda decir que al menos lo intenté.