Me encanta Woody Allen, y he resistido todos los avatares de su cine de los últimos años, he disfrutado cuando le daba por hacer una peli en serio y otra en broma en la misma ciudad, con la misma actriz (Macht Point, Scoop), he disfrutado de Ewan McGreggor envuelto en una locura de ambición y amor franternal (El sueño de Cassandra), he visto tres veces, en el cine, el musical (Everyone says I love you), pero lo de esta tarde me ha aburrido soberanamente. Y menos mal que la hemos visto en versión original, porque creo que doblada es aún peor.
Penélope gritona, Bardem plano, Scarlett casi invisible, Barcelona preciosa. Es lo único que se salva: ver Barcelona con los ojos de Allen, pero la trama es un rollo, y los actores españoles, un coñazo. Nada, que no me ha gustado.
domingo, septiembre 28, 2008
lunes, septiembre 22, 2008
La Facultad
Hoy he vuelto a la facultad, después de más de 10 años. Ha sido para hacer un curso sobre morfosintaxis que parecía un rollo, pero que luego ha resultado ser interesante, por lo menos la primera sesión. Pero lo más emocionante ha sido volver a reencontrarme con el espacio donde estudié la carrera. Sol y yo hemos entrado cogidas del bracete y diciendo, madre mía, madre mía. Todo está igual, los baños tan cutres, la cafetería apestosa, los banquitos donde nos sentábamos a repasar los apuntes de Historia de la Lengua, con sus pelusas eternas en el techo (deben estar allí desde que Raimon dio su famoso concierto en el que cantó Al vent), los bancos de piedra donde Estela "conocía" a su novio de entonces, las aulas donde nos torturaban los profesores, los corchos donde colgaban las notas, el mismo librero, catorce años después, diciendo las mismas cosas... En fin una realidad que permanece a pesar de que ya ha pasado mucho tiempo, y que me ha gustado reencontrar ahora que ya he cumplido el objetivo que me llevó a estudiar Filología: he vuelto al edificio B siendo profesora.
lunes, septiembre 15, 2008
Che, el mito.
Hasta ahora, el Che era uno de esos mitos setenteros que formaban parte de mi infancia. En algún lugar de mi memoria convivía con aquella foto de Cristo en la que se podía leer "Se busca", o con la eterna Marylin, en una foto parecida a ésta que os pongo, que recuerdo que incluso llegué a calcar y rallar en un espejo, para hacer un cuadrito, cuando iba a octavo de E.G.B., más o menos. Eran símbolos del momento que para mí se han convertido en iconos de mi infancia y adolescencia.
El Che era un absoluto desconocido para mí: apenas sabía que era argentino, revolucionario en Cuba, muerto en Bolivia...Sí, claro, el mito de la revolución, de las izquierdas, de la justicia social, pero poco más.
El viernes fuimos a ver la peli que le ha hecho Benicio del Toro, y lo cierto es que la película te muestra la cara del Che más mítica: el hombre perfecto, preocupado por la cultura de sus hombres, también por sus vidas; justo, pacífico, reflexivo, fiel a sus creencias políticas y a sus compromisos vitales (incluso con su esposa, muy lejos, allá en México), y con la creencia firme de que la revolución debía llevarse a toda América Latina. El hombre intachable. Al final, entendí porqué era esa la imagen que se da de él en la película: está basada en sus propios escritos durante la revolución cubana.
Aunque esa postura me chirría, creo que personajes como él son necesarios hoy, porque simbolizan, como los héroes mitológicos clásicos, posturas a las que el ser humano no puede renunciar, posicionamientos que deben mantenerse frente al poder establecido, frente a la aparente inamovilidad del mundo tal y como lo conocemos. Necesitamos figuras que nos muestren que otro mundo es posible, que nos hagan creer en la fuerza de la rebeldía y la justicia.
A pesar de que el tiempo se ocupe después de destrozarnos todas nuestras esperanzas, la utopía se construye caminando hacia ella.
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