Un rato para ver hielo seco sublimar, levitar sobre su camita de gas, crepitar en una cuchara, empujar al oxígeno de una pecera para apagar sucesivamente tres velas, disfrutando de la ciencia, ahora que ya soy, decididamente, una mujer de letras.
Un mal encuentro en el pasillo, mucha rabia y me he desbordado. Así que he visto cómo me ponía a llorar, sin poder evitarlo, por algo que normalmente no me afecta hasta ese extremo. Me encolerizaba más no poder parar de llorar que el hecho que aparentemente lo provocaba. Además me he sentido impotente porque nadie entendía que la causa de mi desconsuelo no era el encontronazo, sino alguna tristeza profunda que a veces se me sale.
Un libro infantil sobre un oso ha terminado por vaciarme de lágrimas (eso creía yo). En un momento he llorado un río (no me acuerdo quién cantaba eso) y me he reído a la vez, emocionada por ver cómo hay quien sí sabe leerme, quién me toca en lo profundo. Y esa gente es la que hace que la vida valga la pena.
Digo que creía que había acabado de llorar, pero erraba. Intento descifrar las pistas de mi amig@ misterios@ (¿no es una cursilada esto de la arroba?) y los ojos se me llenan de lágrimas porque veo tiempos pasados y me parece que refulgen en la distancia.
No olvidaré aquella ilusión: "como a nuestro parecer, cualquier tiempo pasado fue mejor"