Las Naves del Español, en el Matadero, son un escenario sorprendente, para empezar. Tenía un poco de miedo por la posible densidad del texto, pero lo cierto es que no se hizo difícil de entender. Alberto San Juan (siempre me acuerdo de Ana, cuando lo veo) está enorme. Lo digo porque traspasa la cuarta pared y crea emoción en el espectador. Al menos en mí. También es cierto que yo soy ( o estoy) impresionable.
La tragedia está repleta de atrocidades: violación, asesinato, traición, mutilaciones, salvajismo absoluto. Y creo que intenta representar a una sociedad, como la romana en sus últimos momentos, que en plena decadencia se "devora a sí misma" como dice el propio texto. Los valores como el honor, la justicia, o el sentido común desaparecen bajo la apisonadora del ocaso de la civilización.
Pero también hay otras lecturas: el amor por los hijos que se manifiesta en Tito pero también en el malvado moro Aarón, el deseo sexual que lo consume todo (Saturnino seducido por Tamora, los hijos de Tamora contra Lavinia), la locura o el finjimiento de la misma, que es un tema que parecía interesarle a Shakespeare.
A veces Alberto San Juan me parecía un Don Quijote violento, consumido por la venganza.
El teatro, un lugar donde te escapas de tu realidad durante dos horas y media, pero donde encuentras otras formas de la realidad, quizá más profunda. No en vano el objetivo primitivo del teatro era purgar los males de los espectadores mediante la catarsis.
1 comentario:
Raquel, te he vuelto a premiar en mi Blog, así que puedes pasar y recoger tu premio para que sepamos algo más de ti :-)
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