martes, marzo 13, 2007

Rompecabezas

Como sabréis, aprobé el año pasado las oposiciones, y eso supone que este estoy en prácticas. A todos los funcionarios docentes en prácticas nos obligan a hacer un curso de 60 horas que gracias al cielo ya ha terminado y cuya primera sesión dio un Inspector de mi zona. Me pasé las tres horas de la mencionada sesión pensando de que me sonaba el nombre del susodicho, y venga darle vueltas parriba y pabajo y como no encontré la solución, lo dejé pasar. Decidí que su nombre me sonaba y su cara no, porque tenía el nombre de algún personaje famoso o algún escritor célebre que yo no era capaz de ubicar, y ahí quedó la cosa.
Por otro lado, este año tengo una compañera de trabajo que ya se ha dado dos veces de baja por diversos avatares y/o enfermedades y cuya cara y forma de moverse me resultaban desagradable y distantemente familiares. Pero como debe ser que mi cerebro tiende a olvidar lo que no le gusta, pues también he sido incapaz de ubicarla yo solita.
El viernes pasado, en una conversación con otras compañeras de trabajo, de repente, todo encajó. Para que todo tuviera sentido sólo hizo falta que una de ellas dijera "cuando......(nombre de la compañera olvidada) y yo estuvimos juntas en Leganés con.....(nombre del inspector olvidado), ya pasaba esto". "En Leganés, ¿en qué instituto?" "En el Dalí". ¡¡¡¡¡Dios mío!!!!! ¿Alguna vez habéis sentido que todo caía en vuestro cerebro como las piezas del tetris, encontrando su sitio y dando lugar a una realidad nueva? Pues así sentí yo que el inspector fue mi profesor de filosofía de C.O.U. Aquel que olía también, aquel de los ojos azules que se paseaba entre las mesas hablando y sin que pudiéramos más que olerle y mirarle, pero escucharle poco. Así sentí yo que mi compañera actual de trabajo, la que está de baja, fue mi profesora de griego en tercero de B.U.P. Madre mía, qué pequeño es el mundo, y cómo olvida uno todo.

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