Hace calor, y ya es octubre. No soporto este tiempo, porque no puedo ir en camiseta de tirantes, ya que mis compañeros de claustro me dicen cosas como: "ponte la chaqueta antes de ir a clase" o " te falta la toalla, para irte a la playa" (en resumen, que no se puede ir enseñando carne, que los niños se asustan, ja!). Si me pongo una camisa de manga larga me asfixio. Ya me da vergüenza ir en chanclas, y si me pongo zapatos me cuezo. Qué dilema. La solución es que empiece a llover, o que le den morcillas a mi sentido del ridículo y a los que piensan que cuando eres profesor tienes que ir vestido de profesor, hablar como un profesor, y ser tan aburrido, en general, como un profesor. El instituto, como se puede ver por este comentario, todavía no ha llenado mi corazoncito, pero es pronto. Hay algunos compañeros que huelen a rancio desde lejos y otros a los que se les ve, también de lejos, que son buena gente. No parece que la cosa vaya a ser especialmente divertida. Echo de menos a Santi y sus paranoias, a Nacho y nuestra complicidad ( y que esto no suene mal) o a Guadalupe, tan auténtica. Pero era echarles de menos a ellos, o sufrir también a Llongueras y los demás, y prefiero ver otros mundos antes de condenarme en un lugar como mi anterior centro.
Se que hace mucho que no escribo. El verano, la vuelta al cole, todo eso que le aturulla a uno, o le atocina. Espero retomar mis deberes como niña buena, y escribir más a menudo.
1 comentario:
Me alegro mucho de que hayas vuelto a la carga, yo te estaba esperando.
Veo que la manía persecutoria del atuendo playero en el insti es como el vaquero en la empresa española, está mal visto,condenado y prohibido. Además de trabajar como esclavos tenemos que vestir como tales, al dictado de las altas esferas ¿esferas o pelotas?.
Bienregresada, Raquelita.
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