lunes, abril 24, 2006


?Vivan los novios! Posted by Picasa

Las chicas Posted by Picasa

Montse y Mercedes Posted by Picasa

Los Su?er-Silva, sin Gabriela Posted by Picasa

Borja, Marisol y yo Posted by Picasa

El baile de los novios: qu? luz m?s horrorosa Posted by Picasa

Vaya cuatro elementos Posted by Picasa

Mar?a y Pedro: fiebre del s?bado noche Posted by Picasa

cosas que nunca hab?a dicho

El sábado fue un día intenso. Nos levantamos tempranito para arreglarnos y marchar hacia Leganés. Se celebraba la boda de Violeta y (Juan) Carlos. A las 12.15 fue el matrimonio civil, con sus poemas y sus canciones de Sabina, muy emotivo, sorprendió a muchos que no habían visto nunca una celebración civil. Por mi parte, cada vez que escucho al concejal de turno hablar de la igualdad entre los cónyuges, del respeto y la ayuda mutuos, y de que el pueblo español a través de su constitución le ha otorgado el poder, me siento partícipe de una sociedad libre y democráctica y me emociono. Ya sé que puede parecer prosaico, pero me emociona más el hecho de que alguien pueda casarse sin que medie la religión, dentro de un estado libre y de igualdad, que el rollo del amor y todo eso. Por otra parte, fue en el baile de después del banquete cuando yo, particularmente, vi el amor. El amor salía de los ojos de Vio y Carlos cuando se miraban bailando una balada heavy (ya se sabe, las mejores...). Reflexiones sobre el amor y la democracia aparte, el sábado fue un día divertido, genial, hacía mucho tiempo que no me lo pasaba tan bien. Bailamos como locos, algunos vomitaron, otros se tuvieron que echar la siesta para después vomitar, nos fumamos todo el tabaco que no nos habíamos fumado en los últimos meses, nos tomamos tres o cuatro cubatas (yo por lo menos), y acabamos la fiesta en Navalcarnero. Borja nos enseñó un juego que va a hacer historia en los anales de nuestras historias: el maguila. Nos pasamos la noche haciendonos maguilas, elefantes que barritan y lolaflores, muertos de la risa. Un grupo de tíos y tías de treintaytantos haciéndose burla por la espalda y riéndose sin tino. Lo más ridículo fue vernos a todos abrazados cantando la de amaral: son mis amigos, en la calle pasábamos las horas. Yo pensaba que parecíamos salidos de una sitcom de gente de treinta, pero de esas malas, española, como los hombres de paco y hospital central. Como se produjo el tránsito al día 23, en que se celebras cosas tan diversas como la diada catalana, el día de aragón, el día del libro y la revuelta comunera, pues Borja nos puso, ya en su casa, el disco de los comuneros, que sólo él y yo cantábamos mientras antonio se recostaba en el sofá, antonio d. se comía el huevo de chocolate y raquel nos miraba con cara de vomitar. Acabamos a las cinco de la mañana, cada uno en su casa y dios en la de todos. Fue un día divertido, intenso y suculento.¡Qué vivan los novios! ¡Y el acompañamiento!