lunes, junio 29, 2009

Un premio y siete rarezas

Mi querido Jlin me ha otorgado un premio bloguero que se llama "7 rarezas" y mi primer obligación es agradecérselo, así que, aquí va: Muchas gracias por acordarte de mí y pensar que merezco un premio, aunque mi blog sea intermitente y en ocasiones muy repetitivo.
La segunda condición que he de cumplir es enumerar 7 rarezas sobre mí y eso, con los tiempos que me corren, es terreno peligroso:
1. Lloro con demasiada facilidad, sobre todo ultimamente: he llorado viendo a Michael Jackson bailando en el video de Black or White, por ejemplo.
2. Compro cajitas allá donde voy para guardarlas dentro de la mesa de mi salón y luego mirarlas a través del cristal.
3. Me encantan las películas musicales clásicas de Hollywood, como Cantando bajo la lluvia, West Side Story y demás.
4. Me apasionan las películas, series o narraciones en general, que tienen que ver con el viaje en el tiempo y puedo pasarme horas hablando de Marty McFly o del día de la marmota.
5. También me gustan las versiones: parodias, precuelas, secuelas, menciones, intertextualidades...siempre que estén bien hechas, claro.
6. Me he enganchado a Perdidos, pero resisto a la tentanción de bajármela de Internet y prefiero esperar a que me la echen en Cuatro.
7. Mi lugar preferido para estar es en el agua: bañera, piscina, río, parque acuático, o, por supuesto, mar. ¿habré sido sirena en una vida anterior?

Y por último, me queda mencionar 7 blogs, pero no creo que visite tantos. Allá van mis habituales:

viernes, junio 19, 2009

Toscana

Hoy ha sido el último día de clase: ¡¡¡yujuuuuuuu!!!. Ahora sólo me queda corregir los últimos exámenes de recuperación, poner notas, reunirme con mis compañeros para discutir las notas, redactar la memoria (amarga) de este curso y volar. He cambiado la foto de la cabecera porque ahora es mi horizonte. Nos vamos a Italia y nuestro viaje empezará en la Toscana.
Siempre que he oído ese nombre evocaba un lugar muy cinematográfico y literario, pensaba en un espacio romántico, al uso de las películas americanas. Ahora, desde que decidimos que sería el punto de partida de nuestras vacaciones italianas me suena a liberación, a descanso y a optimismo.
Me imagino a mí misma tomando chianti mientras contemplo una puesta de sol en esos campos, o boquiabierta ante el David de Miguel Ángel (al que amo en secreto desde que alguien, en un pasado muy lejano, me trajo una reproducción de Italia, hace 20 años), o conduciendo por carreteras rodeadas de viñedos y olivares, o dejándome conducir mientras tarareo alguna cancioncilla y miro alternativamente por la ventanilla y al conductor, al que me voy a dedicar por completo durante esos días.
Estas imágenes han sido las que me han hecho soportar las últimas semanas en clase, con todo el mundo cansado, mosqueado, protestando, exigiendo lo que no dan, preocupándose ahora por aquello de lo que han pasado durante los ocho meses anteriores. Y es la evocación de esas imágenes las que me han hecho aguantar, tirar del carro con mis dos talleres de teatro de adolescentes con más ego que Penélope en la recepción de su óscar.
Aún me queda un día más: el lunes mis desaprendices de actores estrenarán por primera y última vez sus obras. Entonces estarán solos ante el público y ya será su trabajo.
Estoy deseando ver a Paula lanzar al aire los tres sombreros de copa.

martes, junio 02, 2009

Picores

Este año mi eczema, habitual en los pies y algunas veces tímido en los dedos de las manos, se ha apoderado de la palma de mi mano derecha. En un libro sobre los orígenes psicológicos de las enfermedades leí que cuando tus manos enferman tu trabajo va mal. Curiosamente, en mi última época en la Asamblea tuve una tendinitis en la mano derecha e incluso me salió una verruga misteriosa en el dedo corazón que desapareció cuando dejé aquel trabajo y comencé en la docencia.

Ahora, como decía, la piel de la palma de mi mano derecha se vuelve fina, como de papel, y se rompe, haciéndome unas grietas muy dolorosas. Antes de que la piel se rompa hay unas curiosas burbujas llenas de un líquido que hacen que la piel me pique de un modo horrible. Ya sé, desocupado lector, que no ha de ser muy agradable encontrarte esta descripción. Sobre todo si has llegado hasta aquí en tu ociosa sobremesa, antes de volver al duro trabajo. Perdona.

Hoy estoy pasando un día terrible con mi mano derecha. Me pica una barbaridad. Ya no sé qué crema, jabón o aceite echarme para calmar el picor y el dolor. Eso me crea una sensación de desasosiego y angustia que me inquieta y me pone de muy mal humor. 

Además, parece que no hago más que cagarla con mis comentarios. Esta semana al menos cuatro personas se han sentido molestas por algo que he dicho o que he hecho. Así que pienso que debería callarme del todo, o mejor, meterme en algún sitio recóndito, donde nadie me encuentre, donde no vea a nadie a quien pueda molestar. Porque ¿qué más me da a mí si se cena o se come? ¿qué me importa si el día 29 o el 30?, en realidad ¿qué interés tengo en tomarme unas copas o no tomármelas? ¿qué más da si se escriben poemas de amor o de amistad, o proverbios chinos sobre la sabiduría? ¿tiene alguna importancia tardar media hora o cinco minutos en llegar a la playa? ¿qué más da todo? y ¿por qué me empeño en discutir, o en sugerir, o en proponer?.

Y finalmente ¿qué tengo que hacer para dejar de estar angustiada, agobiada, triste? ¿qué puedo hacer para que deje de picarme tanto la puñetera mano?