miércoles, mayo 31, 2006

Reflexiones de todo a cien, o qué bonito es trabajar

En estos días aciagos en que el tiempo hacia el examen mengua sin que se produzca un incremento en mis conocimientos directamente proporcional, hoy ha sido un día en el que me he sentido orgullosa de mí misma, y esto no es fácil. La orientadora del insti decidió que teníamos que tener una reunión con los padres de los chicos a fin de curso, y ha sido hoy. Ella y su amiguito el jefato preparan la reunión y no nos dicen qué tenemos que decirles los tutores a los padres, así que me veo, como al principio de curso, con 15 madres y un padre sentaditos en los pupitres donde normalmente se sientan sus hijos, mirándome con muchísimo interés. Vaya, pienso, y ahora.... Pierdo mucho tiempo mirándoles la cara, porque veo las de sus hijos, es incríble la fuerza de la genética. Les pregunto si tienen dudas, si quieren que les explique algo en concreto, y de repente, estamos hablando del sistema educativo español, y que si el nivel, que si el fracaso escolar, bueno, he tenido que parar el carro porque me parecía que no saldríamos nunca de allí. Les he dicho que no era la ministra de educación y que era mejor que nos centráramos. Después de una conversación muy amena sobre las optativas de cuarto, algunas se quedan, algunas, bastantes, así que empiezo a hablar con ellas de sus chicos. Las más, me desean suerte para el examen, me dicen lo buena tutora que he sido, me piden que vuelva el año que viene, y que sea de nuevo la tutora de sus hijos. Esto es lo que me ha hecho sentirme tan bien como hacía mucho tiempo que no me sentía. Sé que este es mi lugar, creo que estoy haciendo bien mi trabajo, a pesar de mi inexperiencia, a pesar de mis momentos de incompetencia y de improvisación. Siento que he ayudado a estos chicos porque sus familias me lo están transmitiendo con sus palabras de cariño, con su afecto, con sus sonrisas. Lo cierto es que la educación es un mundo salvaje, duro, pero increiblemente gratificante. Le doy gracias a Dios por haberme permitido experimentar estas sensaciones, a Sol por no dejar nunca de repetirme que estoy hecha para esto, a Antonio por apoyarme, respaldarme, a María por mirarme con ojos de admiración, aunque no lo merezco,a todos los que entendieron mi decisión de hace dos años,y a los que no, a mis chicos por escucharme, por jugar conmigo al comodín del público para resolver un análisis sintáctico, a sus madres por sonreírme, por hacerme sentir útil. Ahora entiendo a la Duquesa de Alba cuando dijo "el trabajo es lo único que nos hace libres".

jueves, mayo 25, 2006

Metaliteratura

Raquel me ha dejado un libro de Javier Cercas, el de Soldados de Salamina. Por cierto que tengo una anécdota preciosa sobre este autor: Escribió la novela, que ya sabréis que trata de la guerra civil y de cómo se ayudaron dos personas de los bandos opuestos. Pues bien, resulta que la Ser andaba haciendo un proyecto sobre la Guerra Civil que ha acabado en libro: "Héroes de los dos bandos". Este libro, con escasa calidad literaria, todo hay que decirlo, narra historias reales de gentes que antepusieron su humanidad a sus ideas políticas y se ayudaron los unos a los otros en momentos difíciles. Es decir cuento aquello que Cercas ya noveló en su libro. Aquí viene la anécdota. Resulta que el abuelo de Cercas ayudó en su día a un hombre de su pueblo al que los soldados nacionales querían arrojar de un camión al río Tajo. Cercas no sabía nada de ésto. Su abuelo nunca lo contó, y se enteró porque llamó por teléfono a la Ser para felicitar a los que estaban levando a cabo el proyecto y allí, en directo, le comunicaron lo que habían descubierto: uno de esos héroes anónimos, igual que él que había novelado, igual que el que él había inventado, era su abuelo. Recuerdo, y aún me estremezco, la voz de Cercas por el teléfono, sorprendido, arrebatado por la emoción, colapsado por las interferencias entre la vida real y la ficción.
El libro que me ha dejado Raquel es una novela corta: "El móvil", publicada con otra serie de cuentecillos en los años 80, y trata también de interferencias entre vida real y ficción. Habla de literatura, de novela, de cómo construir una buena historia, y de cómo alguien puede convertirse en un ser odioso enarbolando la sacrosanta bandera del arte, por el bien de la literatura. En fin, todo esto viene a que, en estos momentos de estudiar y estudiar literatura, lengua, todo eso, la novela parece mandarme un mensaje: la literatura es maravillosa, pero, como tantas cosas en esta vida, es sólo eso, una cosa, no merece la pena convertirla en un tótem. Hay cosas en apariencia más vanales que ocupan más espacio en el corazón que toda la biblioteca de Alejandría. Una de esas cosas es la amistad, palabra que está vacía del significado que en realidad tiene. Sólo conociendo, compartiendo, amando, llorando, riendo al lado de gente como mis amigas, se entiende el verdadero significado de esta palabra. Gracias, otra vez, chicas.