jueves, mayo 25, 2006

Metaliteratura

Raquel me ha dejado un libro de Javier Cercas, el de Soldados de Salamina. Por cierto que tengo una anécdota preciosa sobre este autor: Escribió la novela, que ya sabréis que trata de la guerra civil y de cómo se ayudaron dos personas de los bandos opuestos. Pues bien, resulta que la Ser andaba haciendo un proyecto sobre la Guerra Civil que ha acabado en libro: "Héroes de los dos bandos". Este libro, con escasa calidad literaria, todo hay que decirlo, narra historias reales de gentes que antepusieron su humanidad a sus ideas políticas y se ayudaron los unos a los otros en momentos difíciles. Es decir cuento aquello que Cercas ya noveló en su libro. Aquí viene la anécdota. Resulta que el abuelo de Cercas ayudó en su día a un hombre de su pueblo al que los soldados nacionales querían arrojar de un camión al río Tajo. Cercas no sabía nada de ésto. Su abuelo nunca lo contó, y se enteró porque llamó por teléfono a la Ser para felicitar a los que estaban levando a cabo el proyecto y allí, en directo, le comunicaron lo que habían descubierto: uno de esos héroes anónimos, igual que él que había novelado, igual que el que él había inventado, era su abuelo. Recuerdo, y aún me estremezco, la voz de Cercas por el teléfono, sorprendido, arrebatado por la emoción, colapsado por las interferencias entre la vida real y la ficción.
El libro que me ha dejado Raquel es una novela corta: "El móvil", publicada con otra serie de cuentecillos en los años 80, y trata también de interferencias entre vida real y ficción. Habla de literatura, de novela, de cómo construir una buena historia, y de cómo alguien puede convertirse en un ser odioso enarbolando la sacrosanta bandera del arte, por el bien de la literatura. En fin, todo esto viene a que, en estos momentos de estudiar y estudiar literatura, lengua, todo eso, la novela parece mandarme un mensaje: la literatura es maravillosa, pero, como tantas cosas en esta vida, es sólo eso, una cosa, no merece la pena convertirla en un tótem. Hay cosas en apariencia más vanales que ocupan más espacio en el corazón que toda la biblioteca de Alejandría. Una de esas cosas es la amistad, palabra que está vacía del significado que en realidad tiene. Sólo conociendo, compartiendo, amando, llorando, riendo al lado de gente como mis amigas, se entiende el verdadero significado de esta palabra. Gracias, otra vez, chicas.

1 comentario:

Raquel Táboas Baylín dijo...

Es verdad, estoy de acuerdo, no podemos convertir la literatura en un tótem, y la verdad es que su estudio nunca me dió muchas satisfacciones. Sin embargo la lectura sí tiene para mi un significado de protección, la lectura me ha salvado de muchas cosas, de la tristeza, de la soledad, del aburrimiento, de la frivolidad, de la intolerancia, de la indiferencia, de la ignorancia...y ¿por qué no decirlo? a menudo ha sido y es un escondite.
Y aunque siempre que leo soy consciente de que detrás está otra persona hablándome, nunca es comparable a tu amistad, no la amistad abstracta, sino tu amistad. Por todo esto me encanta que tú escribas y que yo pueda leerte porque en ti se juntan la grandeza de la amistad y de la lectura.
Yo dije, que acabada la universidad, no volveríamos a vernos, vosotras no sólo me habéis dado la amistad sino que me la habéis enseñado. Gracias a ti, gracias a todas.