jueves, febrero 21, 2008

Yuya

Ha llegado la hora de exorcizar un demonio del pasado: Hoy, sin darme mucha cuenta, y a cuenta de hablar sobre la variedad de gente que uno conoce en la Universidad, de repente me he visto contándoles a mis alumnos de segundo de bachillerato anécdotas sobre Yuya: cómo la conocimos, por qué se llama Yuya y cuál era su verdadero nombre, cuál era su canción favorita, cómo se llamaba el grupo musical de su novio y sus hermanos, cómo nos hicimos sus amigas, a pesar de todo, porque nos hacía muchísima gracia, tan rara, tan marciana, cómo nos traicionó y abandonó, cómo desapareció de nuestras vidas para siempre tras la chollo-beca de Bolonia...Ellos se morían de la risa y no daban crédito a mi incesante verborrea, y me pedían más y más. Mientras todo esto pasaba, yo me veía desde atrás, como los que tienen experiencias cercanas a la muerte y pensaba ¡qué haces!, ¡para ya, chica! ¡a quien se le ocurre! pero no podía parar. Luego, tras todo ese maremagnum de risas y falta de autocontrol, he pensado qué curioso ha sido sacar de nuevo a la siempre presente Yuya. Ya, hasta en las clases. De algún modo, hoy le he dado a nuestra Yuya carácter de héroe, o antihéroe, porque estoy segura de que alguno de mis alumnos contará alguna de esas anécdotas, cambiándolas seguro, deformándolas. Esas historias que tanto nos han hecho reir a nosotras, traspasarán ahora la frontera de nuestro círculo olímpico para ser ya parte de otros círculos, para provocar otras risas, que ya no son las nuestras. De algún modo, hoy Yuya ha empezado a ser útil: al menos hará reír a gente que ni siquiera la conoce.